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Caminando por Sanlúcar: El Espejo Gastrobar

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Caminando por Sanlúcar: El Espejo Gastrobar

Hoy decidí visitar este magnífico pueblo lleno de vida y alegría.

A orillas de la desembocadura del Guadalquivir y a los pies de Doñana, Sanlúcar destaca por sus vinos, el más importante sin duda, su Manzanilla, procedente de uva palomino fino 100%, vino blanco seco, exclusivo de dicha ciudad por las condiciones climáticas que posee, con denominación de origen Jerez-Xerez-Sherry. Un vino único, inconfundible, con esos toques salinos indiscutibles, un arte bebible y que en otra ocasión hablaré de ellos en profundidad. Y qué decir de su gastronomía, esos langostinos que quitan el sentido, sus famosas ‘papas aliñadas’, y las tortillitas de camarones.

Sanlúcar, por su situación geográfica, después del descubrimiento del nuevo mundo, se convierte en uno de los puertos más importantes, partiendo de aquí Cristóbal Colon en su 3º viaje. Ciudad Señorial, declarada Conjunto Histórico. Dividida en dos barrios, el Alto y el Bajo. El Alto destaca por ser el núcleo monumental, lleno de aristocráticos palacios, como el Palacio de Orleans y Borbón entre otros, o el Castillo de Santiago del Siglo XV. Del Barrio Alto al Barrio Bajo se llega a través de la cuesta de Belén, donde nos encontramos con el Auditorio de la Merced y que nos destina al centro comercial de la ciudad donde nos vemos rodeados de sus míticas plazas, como es la Plaza del Cabildo o Plaza San Roque, lugar de encuentro de sus gentes y centro neurálgico de la gastronomía sanluqueña. En agosto en sus playas se celebran las famosas Carreras de Caballos, de interés turístico internacional, datan sus orígenes en el siglo XIX.

Lo tradicional y los nuevos conocimientos culinarios, se funden hoy en día en una cocina innovadora pero clásica, manteniendo las costumbres y dándoles un toque moderno, atrevido, dinámico. Por eso hoy quiero probar algo diferente.

Caminando por el barrio alto, me encuentro en “El Espejo Gastrobar”, situado en el Hotel Posada del Palacio. Este mismo mes cumple un año desde su apertura el 26 de marzo 2015 y auguro un brillante futuro.

Ofrecen una cocina fresca e innovadora, con productos de la tierra.

Su chef Ejecutivo, José Luis Fernández, cuenta con un amplio curriculum en el mundo de la gastronomía. Estudió en la escuela de hostelería de Cádiz, y realizo numerosos cursos de los cuales personalmente destacaría su formación en gastronomía Palestina, marroquí.

Dirigiendo cocinas como La Chapelle Saint Martin, en Francia con estrella Michelin o Pan de Lujo, junto a nuestro genuino Chicote. José Luis vuelve a la ciudad que lo vio nacer para mostrarnos sus dotes culinarias junto a su equipo.

El restaurante es acogedor y a su vez muy amplio, me entusiasma su patio repleto de plantas, la decoración actual. La luz tenue hace que sea un sitio agradable y relajado. Está situado en la antigua entrada de carruajes de la casa, y su salón de celebraciones es ni más ni menos la bodega donde Barbiana producía su amontillado. Se respira en el ambiente los aromas característicos de nuestra tierra.

¡Sumergida en la carta estoy, realmente es para comérsela entera! Un menú reducido, lo cual me deslumbra, preciso, conciso e inequívoco. Al igual que la carta de vinos elegidos por nuestro querido Armando Guerra, simplemente sublime.

Voy a decidirme por el Tartar de atún rojo salvaje y ajo blanco, como aperitivo, después continuare con el bacalao confitado con crema de patata y ajo negro y para terminar la pluma ibérica con couscous. Tres productos excelentes.

Para acompañar el tartar de atún me he decantado por la Manzanilla Solear de Barbadillo, saca estacional. Es fresca, con aromas de levadura, parece que estoy dentro de la bota al sentir su aroma punzante. El tartar es fresco, con el aliño perfecto, se nota el limón, lo cual me refresca, pero no mata el sabor del atún. Atún que se concilia con la crema de ajo blanco, suave, aterciopelada en la boca, la mezcla es armoniosa en todos sus sentidos. Repetiría hasta la saciedad este sublime plato.

El bacalao tiene una presentación extraordinaria. La textura es más que correcta, perfecta. Me encanta que el punto de sal esté bien dado, para nada salado. Va de la mano del puré de patatas que lo acompaña, totalmente meloso y cremoso, esconde toques de ajo negro, se oculta, pero aparece de vez en cuando, con un aceite de pimentón que le da un toque de picardía al plato. La combinación del bacalao junto al puré es simplemente deleitante. Un plato maravillosamente sorprendente.

Pasamos a la carne, y voy a cambiar de vino, porque no, un Cream muy viejo de Bodegas Juan Piñero, creo que pueda acompañar de maravilla a la pluma ibérica.

La pluma se presenta jugosa y apetitosa, sorprendería al paladar de los más carnívoros. Junto un couscous con tomates secos. Los granos de sémola poseen la correcta cocción, ligero, nada apelmazado, tiene un toque cítrico.

La carne es tierna en su punto. Se deshace en cada bocado. Los toques de sal maldon fortalecen el sabor de la pluma. Se nota el tacto del cocinero.

Y aquí termina mi maravillosa experiencia gastronómica. Debo decir que he quedado sumamente sorprendida. Muy recomendable. Espero que os haya gustado.