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El Despacho La Bodeguita

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José María Martín Rubio, fotografía de José Luis Baños

La 13:00 horas del mediodía, nos encontramos en la inmediación de la avenida de San Juan Bosco, en la denominada barriada de Icovesa, el barrio con nombre de inmobiliaria.

Este distrito comprendido entre dos parques, el de Juan de La Plata (más popularmente conocido como ‘La Plata’) y el Parque zoológico Alberto Durán te sitúa en el Jerez más urbano y a la vez más castizo, sus innumerables peñas y el ambiente que se respira es netamente bodeguero, ya que muchas de las viviendas que existen por la zona fueron dadas por las bodegas para sus trabajadores. Otros tiempos… y como no, en un barrio de tradición ‘arrumbaora’ debe de haber vino.

Y en este caso nos dirigimos a ‘la Bodeguita’ de Pepe Martín, al entrar nos recibe todo un cachón de botas entero para nosotros “¡Que alegría niño! Aquí te puedes duchar…” José María Martín Rubio sale a recibirnos de detrás de una barra sostenida por dos botas.

Fotografía por Francisco J Becerra
Fotografía por Francisco J Becerra

Saludamos a la parroquia y le pedimos a Pepe una copa de amontillado, de esas “pa hacer la cama”, abre la canilla de uno de los barriles y nos expide este magnífico Jerez. Lo contemplamos, ‘bouqueamos’ y a degustar… “El amontillado es un Jerez seco, con notas punzante de color ‘ambarino’. La característica principal de este Jerez es sin duda su aroma intenso y el largo paladar que perdura en boca (…)”. Nos sentamos junto a una bota jerezana que sirve como mesa justo en la entrada de ‘La Bodeguita’ y admiramos los naranjitos que hay enfrente regalándonos esos brotes aromático de azahar, Pepe nos planta un pequeño platito de camarones con un chorreón de Limón. ¡Olé Joé! Eso son los buenos detalles amigos.

Las bodeguitas o bodeguillas (os comento) denominado comúnmente despachos de vinos, fueron propulsadas por el mediano o pequeño almacenista para poner a disposición del consumidor sus jereces a granel (el nuevo concepto del medio tapón o segunda marca). El despacho de vino es uno de esos lugares en Jerez y su Marco donde se ofrece la degustación de sus generosos. Hoy, estamos en uno de esos despachos de vinos, autentico, jerezano.

Fotografía por Francisco J Becerra
Fotografía por Francisco J Becerra

Una vez consumido el Jerez seco con notas punzante de color ‘ambarino’ (…) copeamos con un fino fresquito, en ese instante, uno de los parroquianos trae unos tomatitos cortados y los aliña con el vinagre que se despacha en La Bodeguita, “ponme dos litro fino Pepe” comenta una señora, “hasta después” se le contesta. El Despacho consta de una pequeña andana de botas que expide los principales jereces, catalogados como gama tipo. Entrando a la izquierda tres barriles contienen la Sacristía de la Viña la Constancia, Jereces Viejos de más de veinte año a un buen precio.

A la derecha las botas del vinagre, un condimento indispensable para aliñar toda clase de ensaladas, pescados, vamos, lo que queráis… y si venimos en temporada de ‘Mosto’ encontraremos un pequeño depósito de acero inoxidable con lo mejor de la viña. Y es que, lo que se puede beber en este Despacho de vinos procede de la viña la Constancia, una extensión fagocitada por el gran Pago del Cerro de Santiago situado en la Carretera del Calvario a casi dos kilómetros del «AreaSú».

Justo entre albarizas y con la propia uva Palomino que recolectan cada vendimia a través de las líneas de cepas… “los Liños, se dize liños” “Po’ ezo… los Liños”. Descansa la estructura de dos bodegas de estilo mudéjar. Justo allí se molturan, fermentan y duermen hasta hacerse jereces. Sólo hay que ser un poco sensible para comprobar este sitio único donde la viña es la bodega y el cariño y pasión de su gerente José Martín, Don José. Hace posible que podamos seguir degustando sus jereces en La Bodeguita.