“El Monturrio, hoy. Las colinitas rojas, más pobres cada día por la cava de los areneros, que, vistas desde el mar, parecen de oro, y que nombraron los romanos de ese modo brillante y alto (… ) Mons-urium.” JR Jiménez.
– Soy de Moguer, Huelva – Nos afirma sentado y afable Alonso Ruiz. En sus manos porta la respuesta a una de mis preguntas. Abre el libro ‘Platero y yo’, justamente por el capítulo 123 y recita; “Mons Urium”. ¡Ahí es ná!
Para no perdernos, nos situamos en Bodegas Urium. Tengo una copa de fino en la mano y nos ilustra D. Alonso, un enamorado de los Vinos de Jerez y gerente de la bodega, se puede decir que estamos a gusto.
Alonso Ruiz junto a su hija Rocío han hecho de estas bodegas un lugar de obligado paso para muchos blogueros y entusiastas de nuestros generosos. Las bodegas Urium conservan lo añejo en su distribución, son dos cascos divididos por un patio central alargado entrando por la calle Muro. Su estructura comprende el estilo mudéjar, propio de las bodegas decimonónicas, a la derecha observamos un casco de bodega de cubierta más baja donde se crían de buen grado los Olorosos, este mismo casco cumple todos los requisitos para ser la bodega más antigua de Urium. A mi izquierda, observamos una bodega con techos más altos, donde entre los diferentes jereces es más propensa a criar el Jerez Fino. Justo aquí, en esta última bodega nos encontramos.
Alonso nos venencia con soltura otro copazo de fino, aquí no hay flor, esto es una auténtica ‘coliflor’ reflejada en la venencia, de esas que algún que otro de esos arrumbadores antiguos (cuentan las leyendas), se untaban en el pan para que le diera vigor en el jornal.
Alonso se vuelve a sentar y nos cuenta – Mi pasión por los vinos de Jerez comenzó con mi padre, cuando se cruzaba con una cuadrilla el coto de Doñana para venir a segar a Jerez, justo aquí, se enamoró perdidamente de las viñas –. Vamos que le dio lo que llamamos aquí en Jerez “el pellizco”. – Mi padre siempre me decía ¡Alonso! cuando pienses en un vino, mira para Jerez -. Y así hizo el que hoy en día es el padre de Bodegas Urium.
– Nací a pie de un bocoy, mi abuelo tenía unas pequeñas aranzadas donde empezó mi pasión por los vinos –. Su abuelo disponía de una bodeguita donde Alonso se encargaba de buscar y catar los mejores vinos del Condado para un negocio que empezaba a crecer. Pero, sin embargo, tenía esa espinita que le había despertado su padre. Necesitaba compás, sentir más cerca el ‘duende’ del vino y, así lo hizo. Luchó para abrir su bodega en Jerez, concretamente en uno de los barrios más flamencos y castizos de Jerez como es el conocido arrabal de Santiago.
Cambiamos el tercio, ahora vamos a catar el Amontillado en ‘rama’, el vino para el que escribe más chivato de Jerez, gracias a su intenso aroma. “Ya estoy haciendo la cama” y ¡ahora sí! me preparo para “una cata pisando albero”. Probamos el amontillado y nos echamos unas gotas en los dedos, simplemente esto se describe como lo hacen nuestros mayores: “un vino de pañuelo.”
– El vino de Jerez y en especial los vinos viejos, son una pirámide, cuando son jóvenes se distinguen y, a medida que avanzan los años, llegan a la punta donde se parecen más – nos manifiesta Alonso.
La uva palomino, materia prima para dar refresco a estos grandes jereces procede del pago de Barbaina mediante concierto. – Hacemos un seguimiento exhaustivo a la viña –. Bodegas Urium es un paradigma de cumplir a rajatabla todas las costumbres más ancestrales jerezanas para la elaboración de nuestros generosos. Esta es una bodega totalmente artesanal, los gruesos muros que dispone son propensos a dar la humedad necesaria para crear el microclima perfecto y correcto para el Fino y el Palo Cortado. Una bodega donde duermen quinientas botas.
– El que toma buen Jerez tendrá buena y larga Vejez – nos comenta Alonso con su característica sonrisa paternal mientras nos venencia un Oloroso viejísimo, ¡Ole tú Alonso! Oloroso, el vino de Jerez y el más flamenco. Y es que tenemos en nuestras manos un jerezanísimo vino, algo que compartimos Alonso Ruiz Olivares y yo, es que somos los dos enamorados de este palo, o para los más refinados, esta gama.
Un gran Jerez Oloroso, otro vino de pañuelo, de encanto. Este es el que te saca la sonrisa y el que hay que saber copearlo, degustarlo, glicérico en copa, agitarlo para sacarle todos los aromas y matices. La pureza del alma del Jerez. Y este Oloroso es “pa cantarle”. Si antes estaba a gusto, ahora estamos mejor que en brazos. Me imagino este Jerez con un buen filete en salsa, da igual si es presa, retinta e incluso el foie gras “mon amour” o incluso un plato con chicharos en amarillo con un huevo ‘cuajao’. Este Oloroso te hace cualquier plato maravilloso.
Pero existe todavía en esta bodega la joya de la corona, un vino que haría resucitar al mismísimo señor de Moguer (Juan de Portocarrero), de su sepulcro y traérselo para Jerez con dos patas de Jamón de Jabugo y muchos picos. Que cuando Alexander Fleming dijo eso de “el Jerez resucita a los muertos” este vino abría resucitado ya a su padre. El Gran Señor de Urium, es el vino más viejo de esta bodega y puede que de Jerez y España, un Jerez de 130 años y uno de los vinos más caros del mundo. Justamente el valor de una botella puede costar los 36 700 euros. Un auténtico tesoro y por supuesto patrimonio de Jerez.
Y antes de tomarnos “la arrancaera” tenemos que hacer mención a Rocío Ruiz López, el alma de bodegas Urium, gerente y apasionada de nuestros generosos. Junto a su padre han creado una bodega surgida de una gran pasión, donde con este relevo de Alonso a su hija Rocío sitúan a esta casa en todo un referente en nuestro Marco, y es que ya lo dijo Sir Julian Jeff :“los vinos de Urium son super elegantes”. Sinceramente esa sí que es una gran forma refinada de pedir otra copa al que ya es el gran señor del barrio de Santiago.