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La Revolución del Jerez desde los Palmas

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Antonio Flores
Antonio Flores, enólogo de González Byass con una reliquia de la bodega

Antonio Flores te transmite a lo que en Jerez denominamos el duende, levanta a l@s catador@s de sus asientos y les hace descubrir lo que realmente tienen delante, que lo entiendan, que lo aprecien.

La Revolución de las Catas

La revolución comienza cuando un enólogo te hace pisar y sentir el albero, llevarte a lo que se denomina en bodega “a pie de bota” y analizar las soleras de diferentes jereces. La revolución se promueve entendiendo el trabajo de la clasificación de nuestros generosos. La tiza, la venencia, el jarrillo y el catavino son los instrumentos que se utilizan para el desarrollo de esta faena. La clasificación de esas botas, que aunque nazcan de un sistema de homogeneización de añadas  -como son las criaderas y soleras-, debe ser mimado constantemente debido a los pequeños microclimas que existen en diversos lugares de la bodega, para encontrar diferentes connotaciones organolépticas que son captadas por el enólogo para ayudar a encauzar su evolución.

Antonio Flores
Fotografía de Paco Barroso

El Jerez sin la bodega no existiría, aunque lo cierto, es la labor de la albariza la que marca mucho la diferencia con otros vinos blancos, se percibe su salinidad, pero hay que trabajarla en bodega para acentuar su carácter, y aun así. La grandeza de todo un sistema de crianza de una sola uva hace que el Consejo Regulador del Jerez denomine genéricamente a nuestros jereces de varietal palomino como generosos. Una diversa gama de diferentes vinos creados y trabajados en la bodega y que en cada bota hacen posible la magia del Jerez. Y cuando me refiero a cada bota, es por la gran diferencia entre un vino buscado a otro encontrado, puro reflejo de este contraste es la clasificación que ha rescatado Antonio Flores, enólogo de González Byass, con los ‘Finos Palmas’  para dar el paso a una nueva revolución en el Marco de Jerez.

La Revolución de la Personalidad

Esa es una de las revoluciones a las que nos ha llevado Antonio, estamos ante uno de los enólogos más versátiles que existe en el Marco de Jerez. Instruido entre tres escuelas (me permito diferenciarlas de este modo), pero sin olvidar, que Antonio Flores proviene de una primera escuela, la de su padre D. Miguel Flores. El cual le hizo pisar la bodega con una pronta edad, también tuvo que observar con prudencia a otro de los grandes enólogos del momento junto a su padre D. José Ignacio Domecq González, ‘la Nariz de Jerez’.  Antonio, a lo largo de su trayectoria profesional ha mantenido la misma idiosincrasia de otras figuras coetáneas de la enología jerezana, como son el caso de Beltran Domecq, Manolo Lozano, Eduardo Ojeda o Luís Pérez entre otros. Enólogos de una segunda escuela que defendieron siempre la gama clásica del Jerez y donde Antonio la ha mantenido, pero también se ha tenido que reinventar a los nuevos tiempo del mercado, observando a los nuevos enólogos del S.XXI entre ellos Paola Medina, Reyes Gómez, Victoria Frutos, el sanluqueño Ramiro Ibáñez o  el también jerezano Willy Pérez ( estos dos últimos enólogos que han propiciado la revolución del ‘Suelo’).

No hacen falta tecnicismos para introducir a un vino difícil, es más, Para explicar lo que se hace es mejor trasladar  no solo al trabajo de la bodega, sino transmitir la idiosincrasia de tu tierra con su propio acervo popular.

Todo empezó cuando Antonio Flores dio salida a una nueva gama de Jerez, el Palo Cortado Leonor, fue el primer momento en que después de muchas décadas sin ampliar la gama de generosos, se daba un golpe encima de la mesa. Algo estaba cambiando. Manuel Lozano apostó también por entonces ampliar la gama de sus recién compradas marcas por el Grupo Caballero a Osborne que en su día pertenecieron a Domecq  ‘La Ina, Río Viejo, Botaina y Viña 25’ y añadir un Cream denominado Candela.

Pero no resultaba solo quedarse en una ampliación de la gama de Jereces, el mercado pedía una revalorización,  y ese cambio se lo concedió Antonio Flores con la primera gran revolución personal que tuvo el Jerez, la llegada de ‘los Palmas’.

Cuatro PalmasLos denominados finos Palmas era una gran selección y seguimiento de diversas botas selectas de vino fino Tío Pepe que llegaban hasta la extenuación del velo de flor, para ello se llevó a cabo una clasificación  recurriendo a la nomenclatura antigua de bodega, en este caso las palmas, para seleccionar esta cata vertical.  Este paso fue todavía más importante para reivindicar el trabajo en la bodega, se daba la oportunidad de poder contemplar la evolución de un fino de Solera como Tío Pepe a todas las etapas de su vida hasta terminar en un Amontillado muy Viejo.  Antonio Flores les denominó “las edades del Tío Pepe”. Y fue tan valorado esta nueva gama de jereces que hasta hace bien poco cuatro Palmas ha sido valorado en la “International Wine Challenge” como el mejor Vino del mundo del año 2019. Todo un éxito para Jerez y el Marco de Jerez.

La Revolución de la Comunicación

Pero no se está vivo sin comunicación, y si se tiene un gran comunicador el objetivo está cumplido. Las nuevas tecnologías fueron un gran paso para llevar la bodega a las casas de los amantes del Jerez, y en este caso, el carisma de Antonio te envuelve.

Ir a una cata de Antonio Flores es sentir la bodega, es sentir en cada frase de una manera introductoria  la forma de adentrarte en estos vinos tan complejos  (es lo que el Jerez necesitaba). Antonio te transmite a lo que en Jerez denominamos el duende, levanta a l@s catador@s de sus asientos y les hace descubrir lo que realmente tienen delante, que lo entiendan, que lo aprecien.

Antonio FloresNo hacen falta tecnicismos para introducir a un vino difícil, es más, Para explicar lo que se hace es mejor trasladar  no solo el minucioso trabajo de la bodega, sino transmitir la idiosincrasia de tu tierra con su propio acervo popular.

Por eso, en la pasada Cata del día dos de Julio en la Sociedad Jerezana del Vino, Antonio nos invitó a que cogiéramos un pañuelo y lo impregnáramos en pequeñas dosis (como muchos arrumbadores en Jerez hacían en otros tiempos), con el Amontillado muy viejo cuatro Palmas, para que en la “International Wine Challenge” le diéramos suerte y nos acordáramos de esa misma cata en ese momento. Sólo puedo decir que el pañuelo de Antonio está todavía tanto en el bolso de Inma Peña, como en mi cartera. Y más aun sabiendo, después de ese gran día de conseguir la “Champions of Champions Trophy” , que tenemos un vino jerezano, que es el mejor del mundo, y su aroma lo paseamos con orgullo por Jerez. Enhorabuena.