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Se Compra Vino: Razón Aquí

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Vendimia Viña Nini, cerro Pelao: Un sueño, una realidad
Imágen por Paco Barroso

Una vendimia muy alejada de las necesidades de reposición del
Marco de Jerez lleva a una subida de la bota de mosto de más del
50%, lo que augura nuevas tensiones en el sector

El pasado martes se celebró un pleno (ordinario) del Consejo
Regulador que no tuvo demasiado contenido. Eso no tiene
mayor importancia, pensará el avezado lector, lo que pasa es que
tal vez fueron los ‘pasillos’, los ‘círculos’ de la reunión los que
dejaron a las claras la preocupación existente en el Marco de
Jerez, no tanto por los distintos paros laborales que se vienen
sucediendo como consecuencia del desencuentro entre patronal
y sindicatos en la negociación del Convenio de la Vid –que
también- como por un hecho tangible y que no tiene solución: no
hay vino. De eso hablaban los representantes de los bodegueros
y viticultores a la entrada y la salida de la sesión plenaria.

Hay que recordar que el Marco de Jerez acaba de afrontar una
nueva vendimia corta, en la que faltan, según la fuente que se
consulte, de 12.000 a 20.000 botas de vino solo para la
reposición de existencias. Es difícil afinar más la cifra, porque hay
que tener en cuenta factores como posibles stocks de las propias
bodegas que puedan aflorar en casos particulares, las
necesidades para el envinado de los ‘sherry cask’ (sin perder de
vista el uso que posteriormente se dé a este vino) e incluso la
propia evolución del mercado en un momento de crisis
económica.

Lo cierto es que falta vino y los primeros movimientos hablan de
un fuerte incremento del precio de las botas de mosto que
elaboran y comercializan las cooperativas. Si el año pasado el
precio tipo de una bota de vino del año (sin encabezar) fue de
350-380 euros (aunque hubo operaciones que se fueron ya a los

400 euros), este año se habla de 620-650 euros e incluso de más
dinero, de 700 euros, en función de la importancia –inversa- del
cliente. Probablemente no será mañana y tampoco la semana
que viene, pero se da por supuesto que el aumento de este coste
se reflejará forzosamente en el precio final de la botella del vino
de Jerez y también habrá efectos perniciosos para el mercado,
tal y como lo conocemos en la actualidad. Por ejemplo, las
marcas de precio medio –las que todos tenemos en la cabeza-
podrán soportar un cierto incremento, pero habrá que ver qué
ocurre con las marcas blancas o BOB, los vinos más baratos, no
ya solo por cómo recibiría el consumidor una subida significativa,
sino que incluso habrá que ver en qué medida hay siquiera
disposición de vino en el mercado para su llenado, así de grave
es la situación.

También habrá que seguir de cerca qué pasa con los ‘sherry
cask’, qué demanda de vino tienen los envinadores de botas
(para luego venderlas a compañías internacionales de
espirituosos), si se mantiene al alza, como viene sucediendo
campaña tras campaña, o la falta y encarecimiento del vino les
lleva a posponer operaciones… Lo que es evidente es que el
‘sherry cask’ ha pasado en muy pocos años de ser un segmento
secundario de un sector en busca de nuevas vías de negocio a un
elemento clave en la cuenta de resultados de algunas bodegas y
que, evidentemente, por el volumen alcanzado –algunas fuentes
mantienen que hoy por hoy el envinado de botas factura más
que las propias ventas de vino de Jerez y Manzanilla, una
situación, convendrán con este cronista los lectores, cuanto
menos extraña- hace que parezca necesaria una actualización de
la normativa por las que se rige esta licencia que concede el
propio Consejo Regulador.

Por ejemplo, en una situación de escasez de materia prima como
la que estamos viviendo, cada vez son más los agentes
sectoriales ajenos a los ‘sherry cask’ que estiman, sin rodeos, que
el vino disponible debería ser en primer lugar para Jerez y
Manzanilla. En un contacto reciente con este cronista, el
presidente del Consejo, César Saldaña, no llegó tan lejos, desde
luego, pero se mostró favorable, teniendo en cuenta la actual
situación -y sin cuestionar, claro está, la lógica de mercado
basada en la oferta y la demanda- a que se abra un debate sobre
la posibilidad de buscar algún tipo de fórmula que priorice la
reposición de los vinos de crianza biológica (finos y manzanillas).
Hasta ahí. Saldaña, que hay que recordar que hace años fue uno
de los principales propulsores de la licencia Sherry Cask, apostó
por una coexistencia armónica entre las denominaciones de
origen amparadas por el Consejo y el envinado de botas bajo
dicha marca, algo que “ha sido beneficioso para Jerez desde
distintos puntos de vista, ya que ha equilibrado la producción, ha
fijado en el territorio la tonelería y nos ha identificado con otros
productos de enorme prestigio”, señaló.

Vendimia Viña Nini, cerro Pelao: Un sueño, una realidad
Imágen por Paco Barroso

Pero volvamos a esta vendimia corta –corta, pero de calidad
razonable, todo hay que decirlo-, a los 44,5 millones de litros
cosechados. A ver… desde hace años se viene hablando de la
necesidad de que la uva (y, en consecuencia, el mosto) debería
subir de precio dada su escasísima rentabilidad, e incluso de que
las propias marcas que se mueven (PVP) en el entorno de los 5-7
euros la botella también incrementaran precios y rentabilidad…
pero no así, no de esta manera. Lo que se pretendía, de lo que se
hablaba, era de que esas subidas se fueran consiguiendo de una
manera estructural, fruto del consenso entre las partes (en la
medida en que puede serlo en un sector que lógicamente no
puede pactar precios) y con perspectiva a varios años. Por
contra, de lo que estamos hablando ahora es de una subida
meramente coyuntural, en la que los productores se disponen a
‘pasar factura’ a las bodegas después de muchos años de escasa
o nula rentabilidad, que oigan, como probablemente antes,
durante años, les habrán dicho las bodegas cuando se hablaba
de precios, que no hay nada que hacer, que son las cosas del
mercado, de la oferta y la demanda.

Es cierto que ha habido distintos contactos entre bodegas y
productores sin que se haya llegado por ahora a acuerdo alguno
que ‘embride’ la situación… Ahora bien, ¿qué pasará si en 2023
hay una buena vendimia? ¿Y una que pudiera calificarse
directamente como abundante? Pues que seguramente
volveremos a hablar de la lógica de mercado, pero al revés, unos
movimientos que, huelga decir, no son buenos para el sector…