Caminando por Jerez… ha pasado el mediodía, y como por aquí se dice: – “Ya ha bebido el Papa”, así que toca una parada en el Camino.
Me encuentro en la Taberna Cristo, situado en la calle Puerto nº7, un lugar con encanto, acogedor, y tradicional. Lo mejor del lugar es que mientras disfrutas de los manjares de nuestra tierra, diviso parte de nuestra historia. Un lugar que nos transporta a nuestros orígenes como es el Alcázar de Jerez. Situado en la primara zona verde que tuvo la ciudad, la Alameda Vieja. Su majestuosidad deja perplejos a todos los caminantes.
El Alcázar es una fortaleza Almohade, una pequeña ciudad muy bien protegida, construida en el siglo XII en el ángulo sudeste del recinto amurallado el cual tiene un perímetro de 4kms. Del periodo islámico se conservan los baños árabes, la mezquita, las puertas, la torre octogonal y el Pabellón del patio de Doña Blanca. De etapas posteriores (S.XVIII) el palacio de Villavicencio, Molino de aceite. La torre del Homenaje (S.XV) .
Inmejorable enclave pudo encontrar Don Cristóbal Cordero y su hijo Cristo, para fundar en 1993 LA TABERNA CRISTO. Cristóbal, era un conocido enólogo, así como capataz de bodega. Introdujo a sus tres hijos en el mundo del vino. Prácticamente desde su nacimiento, vivieron, respiraron y disfrutaron al máximo de todo lo relacionado con nuestro queridísimo Jerez.
Corría el año 1990, cuando la crisis llego al sector vinícola. Cristóbal perdió su empleo después de tantos años. Pero decidió invertir sus posesiones en darles a cada uno de sus hijos una profesión y un futuro laboral.
Cristo, inició su aventura del brazo de su padre, apostaron por abrir una taberna. Otra cosa no podría expresar mejor la pasión que ambos sentían y sienten por el mundo del vino. Y que mejor manera de trasmitir también todos los conocimientos que ambos habían adquirido durante muchísimos años, con esfuerzo y trabajo sobre este particular mundo.
Al día de hoy, la actividad continúa en la taberna, siendo punto referente de encuentro en la ciudad. Un lugar bohemio, donde nos podemos encontrar personalidades de todo tipo, de pie de calle, gente del mundo de la farándula o del cine. Taberna Cristo, no ha cesado su actividad durante estas décadas.
Entrando en materia, Cristo opto por continuar con la tradición, en su taberna encontramos vinos a granel de las bodegas Garvey y chacinas, quesos y otras delicias de nuestra comarca.
¡No puedo más de hambre! Así que voy a tomar los chicharrones, que con este frío me vendrán muy bien. ¡Y el queso, por qué no!, a regar con un buen amontillado de Garvey.
Empecemos por el vino. Bodegas Garvey fueron fundadas en 1780 por William Garvey, aristócrata irlandés. Historia peculiar la suya. Vino a en barco a España a adquirir ovejas merinas, pero su barco se hundió. Fue salvado por un capitán de la marina, el cual se apiado de él y lo hospedo en su casa de Puerto Real. No solo obtuvo su hospitalidad, sino que también se casó con una de sus hijas. De las ovejas, nada se sabe, ja jajá. En cambio, opto por probar fortuna en un mundo en auge, el mundo del Jerez.
Y aquí estoy, con su amontillado, cuyo perfume es embriagador. Se nota que pasaron los años por el velo de flor, y la decadencia del mismo en el proceso oxidativo. Aromas de avellanas, tabaco. Color ámbar, como buen amontillado que es. En boca sugerente, noto la madera que le dio cobijo.
Los chicharrones se hacen presente por su fragancia genuina. Son la pella, panceta, o bien la papada del cerdo cortada a trozos irregulares y cocinados de manera especial. ¡Me dice Cristo que la receta es de un amigo suyo y no va soltar prenda! A simple vista tienen un color rojizo, por lo cual deduzco que están elaborados con manteca colorá. Son crujientes y tiernos por dentro, se detonan como una bomba en la boca, haciéndose presentes los toques de tomillo, orégano y algo de comino, ajo. Sublimes, quien se considere carnívoro, precisa devorar unos cuantos de estos.
Paso al queso. Cristo ha optado por el queso curado artesano Boffard, de Valladolid. Boffard elabora quesos desde 1880, vamos, desde ayer! Queso elaborado con leche de vaca y oveja, con una curación mínima de 4 meses en bodega. Posee un aroma de frutos secos, en boca el queso es firme, con toques picantes y salados, con un retrogusto prolongado.
Que ratito más bueno he pasado en las entrañas de Jerez. Me voy sin probar tantas exquisiteces como la butifarra, el chorizo o el jamón ibérico. Pero en realidad es una buena razón para volver muy pronto.
Espero vernos por allí.