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La Manzanilla y el Rebujito en la Feria

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Manzanilla de Sanlucar

El Caminante Pedro García Lorenzo nos trae desde su tierra, la sevillana localidad de Lora del Río, curiosas reflexiones sobre La Manzanilla de Sanlúcar de Barrameda. Desde el cariño y el respeto por los Vinos del Marco de Jerez, quiere compartir con nuestros lectores curiosidades y costumbres sobre este Jerez tan introducido en el arte y costumbre de la vecina provincia de Sevilla.

Es sin duda, toda una alegría contar con enamorados del Jerez de otras localidades andaluzas, por este motivo os dejamos su escrito:

La Manzanilla es un vino blanco seco, elaborado con uva Palomino y envejecido bajo una capa de levadura, llamada «velo de flor». Su crianza se lleva acabo de forma exclusiva en las bodegas de Sanlúcar de Barrameda.

Las casetas son uno de los espacios más representativos de la feria y el lugar de encuentro para tomar una buena manzanilla, degustar una amplia gastronomía, bailar unas sevillanas y respirar y vivir el ambiente.

En el año 1.957 nuestro paisano Rafael Molina ya mencionaba la manzanilla en su libro Estampas Loreñas, en su capítulo titulado de «Aquella morena de ojos negros»; donde decía que la feria se confunden ente eflujos de manzanilla y luz cegadora, mocitas de rompen y raja, musiquilla pegadiza, rasguear de guitarras, repiques de palillos, «jipíos» de cante «jondo», atruendos de cachivaches y estampidos de tiros peseteros.

Las costumbres van cambiando y evolucionando a lo largo de los tiempos. Dicen que antiguamente se bebía en la feria de Lora del Río, vino blanco con gaseosa, vermut con sifón, (supongo que serían gaseosas y sifones de Emilio Cano), muchos chatos de anís; y también refresco de zarzaparrilla; después vinieron los vinos finos, de diferentes marcas comerciales: y últimamente, en la actualidad, en muchas ferias se bebe manzanilla y rebujitos.

La primera regla de beber la manzanilla, no puede ser más simple: Que la manzanilla sea buena. Y para beberla con arte, como cualquier otro vino, realicemos, con exquisita lentitud, lo siguiente: llenar nosotros mismo la copa de manzanilla, (de tal manera que sintamos sobre el cristal la vibración casi imperceptible del líquido); alzar la copa hasta la altura de los ojos, haciéndola girar a la luz, como un topacio, (así apreciaremos la áurea transparencia del líquido); apretar la copa suavemente, amorosamente, con el hueco de la mano, (así le comunicaremos la temperatura de nuestra sangre); alzar otra vez la copa hasta la altura de la nariz y agitarla suavemente, (así aspiraremos los efluvios alcohólicos y el aroma de la manzanilla); y por último, beber lentamente, amorosamente, con los párpados entornados y el pensamiento fijo en una idea gloriosa; esto es beber manzanilla con arte y con los cinco sentidos. El oído, la vista, el tacto, el olfato y el gusto, intervienen en esta fórmula de beber manzanilla. Fórmula sibarítica y artística que solo debe practicarse con una buena manzanilla.

La manzanilla que alegra el corazón del hombre, resulta que también dicen que sube el colesterol, algo que antes no ocurría. Bueno, a lo peor también pasaba, pero como entonces no se conocía el colesterol, «boca que no bebe, corazón que no quiebra».

Hasta no hace mucho, la manzanilla se usaba en bastantes lugares poco menos que como medicina. Me contó un amigo que en algunos pueblos era frecuente dar sopones empapados en manzanilla a los niños que estaban enfermos. Y se ponían los angelitos a más de mil. También, contaban los ancianos de mi pueblo lo que le ocurrió a un enfermo, que estaba poco menos que con el pie en el otro mundo, a causa de un empacho horroroso. Lo reconoció el médico, y le encargó a la mujer que le diera manzanilla calentita cada tres o cuatro horas. Volvió a visitarlo a los pocos días y se lo encontró levantado y tan pimpante. El galeno orgulloso por el resultado de su tratamiento, se quedó de una pieza cuando oyó decir al ex enfermo:  desde que estoy tomando la manzanilla, me encuentro fenomenal. Pero, ¿no podría bebérmela fresquita? Porque es que así, caliente, es un asco. La esposa en lugar de la infusión, le estaban dando manzanilla de Sanlúcar, lo que hizo que se recuperara rápidamente.

Esto, naturalmente, no deja de ser una anécdota. Pero pienso que la manzanilla, que al igual que tantas otras bebidas, puede ser beneficiosas si se toman con moderación, y fuente de alegría en la feria y otros eventos sociales.

Y para terminar, recordar aquella bulerías del maestro, Antonio Mairena que decía: «al pollito que piaba, al pollito que pió, sopas de manzanilla le daba, sopas de manzanilla le dio…».