Un duende, ni más ni menos, eso es lo que se escondía en una conocida bodega jerezana. Imaginaros la situación, las luces tenues de la bodega, comienzan a entrar los primeros rayos de sol de la mañana reflectándose en la crujía.
Y el arrumbador Paco del Ojo comienza a aspillar, hay que controlar bien la merma de los primeros calores primaverales. El silencio es absoluto, y el olor a vino intenso. La ‘aljofifa’ o paño bien amarrado en la cintura cae hasta cubrirle medio muslo del pantalón.
Comienza la faena en segunda escala, retira la corcha de bojo y la pone boca arriba junto al fleje de mismo nombre, aspilla y apunta en el lado derecho del arco de coronar con tiza el contenido de la vasija. Seca la aspilla con la ‘aljofifa’ y continúa en la siguiente bota. Cuando llega al casco veintidós se percata de una sombra, hay algo al fondo, ¿será un ratoncillo de bodega? ¿Un gato callejero que haya buscado cobijo? Algo le mira, parece que se camufla en la pared, Paco le hace una foto con el móvil, pero no divisa en el momento nada en la pantalla, está muy oscuro y bastante pixelado.
Cuando termina su faena, la curiosidad le invade y vuelve a buscar la imagen en el teléfono y lo que encuentra va de la mano de un “¿esto qué es?”. Acaba de divisar lo que parece un orco de Mordor en una bodega jerezana. Al salir del trabajo lo comenta con sus más allegados hasta llegar a la conclusión de que está enfrente de un Duende de Jerez. Pero en este caso no canta por bulerías, más bien se parece al cantante de Mortiis del género Black Metal.
¿Qué hará el duende detrás de unas botas? ¿Se estará refugiando del ‘levantazo’ que estamos padeciendo en Jerez desde hace dos días? ¿Olió la bodega entró y encontró un salidero de vino tras esas botas y allí se quedó? ¿Va tras el alma de Paco? Tal vez no encontremos ninguna respuesta o, tal vez sea la casualidad de la emanación alcoholizada que se impregna en la pared de la bodega y haya creado un rostro a lo Belmez. Puede que sea un trabajo para Iker Jiménez, o para algún periódico subvencionado buscando algo de sensacionalismo. Lo cierto es que si el ilustrador Máximo Moreno, de portadas tan conocidas como el grupo de rock andaluz Triana en “hijos del agobio”, hubiese sabido de este duende. Lo retrataría con sombrero de ala ancha para dicho disco o, incluso como reclamo comercial en camisetas y llaveros con el eslogan “los duendes beben vino de Jerez”.
Sea real o no, los duendes deben apostar por nuestros generosos, ya que un lugar tan mágico y real a la vez donde se realiza uno de los mejores vinos del mundo y, donde arrumbadores como Paco del Ojo lo mimen todos los días, para que nosotros podamos disfrutarlo. Hacen de este mundo un lugar fantástico que ni estos pequeños diablillos lo cambiarían por el más recóndito y antiguo bosque.