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Cómo debe beberse el vino de Jerez

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Rescatamos un interesante y sugerente artículo del afamado flamencólogo jerezano Juan de la Plata, escrito para diario de Jerez el domingo 21 de julio de 2013.

Espero lo disfruten tanto como nosotros disfrutamos del vino de Jerez.

Vino de JerezAHORA que apenas ha terminado la vendimia y han pasado las celebraciones de la misma, que este año han revestido singular relieve, especialmente entre los actos que han tenido por marco nuestra sin par Alameda Vieja, en un afán de ir engrandeciendo los distintos actos poco a poco, dotando a estas fiestas de nuevos atractivos, parece conveniente que nosotros recordemos aquí algunas historias y viejos consejos sobre nuestros vinos y cómo han de saborearse, catándolos con el ceremonial antiguo que en Jerez fue siempre sabia norma y solemne costumbre.

Empecemos diciendo que nuestro vino es un ser vivo que vive dentro del barril o la botella, esperando comunicarnos su vida, «sangre arriba y abajo por la vena», como dirían los hermanos poetas, Antonio y Carlos Murciano, en su laureada colección de sonetos, acertadamente titulada «Los ángeles del vino de Jerez». Porque cuando se bebe jerez se bebe vida auténtica. Ejemplo sabido es el del vino fino que incluso florece, dentro de la botella, el mismo día que florece la viña donde nació. Siente el aliento enamorado de la primavera. Ese mismo aliento que nos comunica, lleno de optimismo, cuando lo escanciamos.

John RuskinEl vino de Jerez es tan antiguo que ya los romanos lo importaban en tinajas de barro y desde el siglo XIV los ingleses han sido sus mejores clientes. Entre otros muchos personajes célebres que lo escanciaron, se encuentran desde Napoleón a Shakespeare, desde Julio César a John Ruskin, aquel que dijo que consideraba «justo y tolerable beber vino de Jerez, desde que nace el sol hasta que se pone». Y uno de los viajeros más citados de toda la historia, el griego Strabón, ya hablaba en el siglo primero, después de J.C., de la calidad del vino jerezano. Aquél que escanciaron las gargantas más ilustres de Europa. Y que fuera servido en todas las mesas reales, desde Buckhingham a San Petersburgo; por lo que, a fuerza de sus blasones, fuera llamado «vino de sangre azul»

Viejos folletos publicitarios de nuestros vinos, ya hablaban, hace muchos años, de la inalterabilidad del jerez, condición única, que puede apreciarse en una botella inacabada, o en su resistencia al hielo, a las gaseosas y al tabaco, del que se decía que era «el alcahueta del vino». Incluso se recomendaba a los no expertos bebedores que «los días de calor pruebe la siguiente bebida descubierta en las mañanas de la Feria de Sevilla. Una copa de vino fino, en un vaso. Añádasele agua de seltz y hielo. No se encontrará refresco más reconfortante y delicioso». Y ya todos conocemos el éxito, en nuestra feria, en los últimos años, del famoso «rebujito»; bebida refrescante que le dice «échate payá» a la rubia cerveza, a la que tan aficionados somos los jerezanos de nuestros días, en detrimento de la bebida propia, gracias a la cual Jerez y nosotros, somos lo que somos.

Vino de JerezY ¿cuándo debe beberse el vino de Jerez?, Aparte de lo que decía Ruskin, escritor, pintor y crítico de arte, uno de los hombres más influyentes en la Europa del s. XIX, el vino fino debe recomendarse para los acontecimientos y alegrías generales, para las ferias, las fiestas populares y las reuniones de amigos; y siempre, a partir de las doce del mediodía. El amontillado, por su parte, se debe tomar para celebrar consigo mismo personales alegrías, para cuando nos reencontramos con un viejo amigo, para las conversaciones de tres, para beber solo y para cuando uno empieza a sentirse enamorado. Incluso para acompañar conversaciones de índole política o literaria.

El oloroso es un vino para reconciliaciones, para consolar tristezas y aliviar melancolías, para disquisiciones filosóficas y para las mujeres que acaban de ser madres, entre otras muchas ocasiones. Sin olvidar el jerez de la cocina, ya que a los platos más selectos, sean carne o pescado, los mejoran siempre y les da refinado aroma una copa de oloroso o de amontillado. Y en la mesa, recordemos lo que decían los viejos bebedores: «una buena comida sin buenos vinos es como una bella mujer que no sonríe».
Cata de vinos en Tabanco Plateros
Metidos en situación, el jerezano no olvida el viejo refrán de que «siempre en vaso chico se bebió el buen vino». Por eso, la copa nunca debe llenarse, ya que si pasa de la mitad corremos el riesgo de que se nos escape el aroma. Ese puede ser el límite. Porque la copa debe tener un espacio vacío para concentrar el aroma del vino. Y antes de escanciar, muévase la copa suavemente y aspírese esa fragancia; luego mírelo al trasluz y observe la pureza de su color. Cierto poeta árabe dijo que una copa de fino en la mano de su amada, era «como un narciso amarillo, en un jarrón de plata».

Y el vino de Jerez nunca debe beberse de un trago, como si fuera un vino vulgar. Hay que beberlo a pequeños sorbos, paladeándolo, saboreándolo como el fruto más selecto que nos da la naturaleza y una vez que escanciemos, volvamos a llenar la copa, que nunca debe estar vacía. El rito debe continuar. Siempre. No nos olvidemos que por algo vivimos en una ciudad privilegiada, donde disfrutamos de uno de los mayores tesoros que nos pueda dar la madre naturaleza: el jerez. (Juan de la Plata)