“Vino Fino de color amarillo pajizo pálido, de uva Palomino. Fino criado en soleras”
Así rezaba la contraetiqueta del Fino Gaditano. Esa información adicional, que contrarresta cuando saboreas un fino de esta índole. Gaditano, son pocos ya los que se acuerdan de ti.
Antiguamente, en los Tabancos se bebía un Jerez denominado ‘Vino de Medio tapón’, un fino de calidad, pero de menos crianza, ya que transitaba por menos criaderas, pasando a ser un Jerez más asequible y a la vez más ligero, aunque su graduación alcohólica normalmente fuese la misma que la de un fino de primera marca.
La denominación de Medio Tapón, se le otorgó al ser embotellado en un principio sin capsula superior. Famosos eran entonces los finos de Mckenzie, el fino Tesoro, Hidalgo o el conocidísimo Mantecoso de Bodegas Rivero. El Puerto de Santa María también tenía sus propios finos de medio tapón, el conocidísimo Pavón y el afamado Fino C de Cuvillo. Yo sinceramente sólo he conocido el fino Pavón, que a día de hoy es un primera Marca.
Pero sí que es cierto, que mi introducción al vino de Jerez la marcó un medio Tapón, aunque algunos parroquianos de diversos Tabancos no lo consideren así, por la extraordinaria reputación que poseía.
Solo un sorbo, de ese elixir bien frío en uno de los laterales de la plaza de abastos, junto a una fritura de merluza en el bar Pampero era todo un Lujo. Fueron muchos los sábados al mediodía, siempre y cuando ‘hubiese bebío el Papa’ las veces que íbamos a degustar ese preciado Jerez. Un fino para beberlo en catavino ‘a poquito a poco’, como la vida misma… elegante e intemporal, sabor íntimo. Una bebida para conversar, para profundizar. Un vino de recuerdos, el mismo vino y sabor que apreció mi abuelo, uno de los preferidos de mi padre y un vino que me hizo disfrutar de grandes momentos entre familiares, compañeros y amigos.
Por eso te digo adiós; Gaditano. Para verte solo en la apariencia de tu botella, donde el silencio del tiempo va empolvando tu negra figura y oxidando tu blanquiverde etiqueta. Ya nunca más podré volver a saborear tu interior, donde ya muchos no se acuerdan ni de tu nombre. Por eso te rindo homenaje en mis recuerdos y a ti, vino particular, y a tu naturaleza la del medio tapón donde toda una generación, la mía, ni tan siquiera os conocen.