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La Liara

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La Liara

(..) El hambre es el primero de los conocimientos: tener hambre es la cosa primera que se aprende (…)” Miguel Hernández

Hoy en día, cuando vamos a cualquier supermercado encontramos innumerables productos en sus stand, todos muy bien puestos para ser trincados incluso sin darnos cuenta. Justo allí, logré ver un pequeño bote de leche condensada, me di cuenta de que su formato había pasado de la lata al plástico. Como corre el tiempo, pensé. Y es que las cosas más insignificantes pueden traer consigo una multitud de recuerdos que nos llevan al camino de la memoria y, desde este punto, retroceder a la infancia.

Hoy os voy a contar la historia de un bote, una lata de un cuarto de litro de leche condensada. Esa misma lata las familias más humildes la compraban para alimentar a sus hijos y a ellos mismos, era más barato comprar un bote de leche condensada que cinco litros de leche del día. Ese mismo producto en multitud de ocasiones se restregaba en el pan para engañar al ‘gusanillo’.

Cuando se acababa la materia prima, se le quitaba la pegatina y normalmente se le acercaba al latero el cual poseía un pequeño yunque denominado Tas. El latero soldaba los bordes de la lata con estaño y muchas veces le incorporaba un asa para agarrar dicho recipiente. Esa Lata entonces, cumplía su metamorfosis para dejar de ser un simple bote de leche condensada a denominarse ‘la Liara’.

La Liara, conocida como un cuerno hecho vasija, en Jerez va ligada al gremio de los albañiles. Primero por el poder adquisitivo de la cerámica o el cristal y segundo; por el factor práctico, ya que en un trabajo duro de sol a sol, la Liara era más resistente que el cristal. De hecho, la Liara era un recipiente bastante más polivalente que un simple vaso de vidrio, su primera utilidad era para enfriar los ladrillos y para su segundo provecho, en esta misma vasija mandaban los oficiales a los mozos a por vino a cualquier establecimiento cercano. “Tráeme una Liara de Riparia” o “una Liara de Vino”.

La Liara llegó a utilizarse en el mismo ámbito doméstico, las mujeres de los albañiles recibían el testigo y solían mandar a por ‘vino de guiso’ a las abacerías o ultramarinos a sus propios hijos o nietos. Normalmente acudían a por ‘Espirriaque’ o un vino todavía inferior denominado ‘Riparia’, procedente este último de las uvas de las parras. Tan popular se hizo este método que hasta las ventanas que daban al exterior donde se expedía el vino a las mujeres y niños se llegó a forjar la reja con la forma de la lata de leche condensada. Aquí nació la Liara como medida de ¼ de Vino.

Y llegó el salto. Muchos albañiles trabajaban en las diferentes bodegas jerezanas, ya fuese por ampliaciones o por mantenimiento y pusieron el término Liara en boca del acervo arrumbador. Aunque el contexto cambió un poco, en el sentido de que se denominaba Liara a todo recipiente que no fuese cristal, ya fuera una lata cualquiera, medio bote de lejía o cualquier recipiente donde se pudiese beber después de una larga faena.

La desvirtualización se extendió en el vocabulario del trabajador de bodega, llegando incluso a los diferentes tabancos de la ciudad donde se empezó a nombrar Liara en muchas ocasiones al ‘vasuco’, vaso o cortito de vidrio. Con el tiempo su nombre pasó al recuerdo y del recuerdo a la memoria. Eso sí, fue un recipiente que se acomodó al vino y donde muchas familias jerezanas pudieron disfrutar de una buena liara de Vino de Jerez.

Nuestro más sincero agradecimiento a Antonio Sánchez Alcázar por su magnífico asesoramiento. La imagen del enrejado pertenece a la antigua Abacería Carmela, situada junto al actual bar/restaurante el Molino esquina con la llamada cuesta de la Encarnación. Recomendamos leer el artículo con la música de The Greg Kihn Band – The Breakup Song, porque con esa canción se escribió.