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La penúltima del olvido

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La penúltima del olvido

LA CONCHINCHINA DE KINO: por Kino Gutiérrez

Una nueva sección en La Sacristía del Caminante; Joaquín Gutiérrez veterano hostelero y regente del Tabanco Gourmet; Tabankino, nos da una visión del mundo del vino desde detrás de la barra, una apuesta y oportunidad única para que el lector se vea inmerso en otra perspectiva. La denominación del título de esta sección parte del mismo Kino Gutiérrez; la Conchinchina, un término caído en desuso, era una pequeña casetita de no más de medio metro, con un tejado a dos aguas y una obertura en lugar de puerta con una vela dentro. Se usaba para ver la pureza y claridad del vino.
LA PENÚLTIMA DEL OLVIDO
Suele ser muy habitual de salir muchas veces por la noche con pareja y amigos y entre tapa y tapa siempre, o casi siempre, se suele tomar bien fino, oloroso o algún otro Jerez que se aprecie; ¡Qué bien entra un fino con unas papitas aliñadas, o un oloroso con unos buenos riñones al Jerez…o si lo bordamos ya tomarse un cream con unas papas “gladiator”! Y así vamos acariciando la noche entre risas, anécdotas, miradas….¡Y es lo que tiene este vino…que seduce no solo tu paladar sino incluso el alma y es capaz de despertar todos los sentidos más desconocidos y variopintos que ni uno mismo llega a conocer. Si ya encima rematamos el postre con un medium o un buen px es para ponerle la guinda al pastel.

Pero….¿Que ocurre luego? Una vez ya te dispones a marcharte siempre viene la cantinela de costumbre….de cuando estás a gusto y solo deseas poder parar el tiempo y sueltan «¡Oye….y la penúltima donde la tomamos! Pues uno que ya anda más a gusto que un cochino en una charca…¡Que va a decir! » Venga, vamos a tal sitio y allí continuamos». Y suele ser muy común que después de haber paladeado el elixir de Venus, quedarme absorto con la paleta de colores picassiana de mi oloroso o del palo cortado y zambullirme en un océano de mil y una sensaciones, quiera seguir continuando la faena enológica de la noche tomando un VOS o un VORS.

Mi resto de compañeros les dan como al 99% de los mortales que buscan la continuidad del desvarío, de ir al trago largo sea ron, whisky o vodka y siempre está el chascarrillo típico «¿A esta hora sigues con vino?», a lo que respondo «Aun me queda más por disfrutar…¿Para qué cambiar?» Y es que mi Jerez tiene tanta calidez y personalidad que por nada del mundo lo cambio por una bebida larga a altas horas de la noche.

Dicen que las comparaciones son odiosas pero en estos términos no hay más remedio que hacerlo: un gin tonic premium (o como así lo llaman) suele salir entre 8 y 10 €…y por mucho premium que me digan no deja de ser una bebida blanca, mientras que por el mismo precio te pides un oloroso VORS que te puede dejar sin palabra…¿Mala comparación? Como quiera que sea no cabe duda que mi Jerez es un elixir nocturno a explotar, a promocionar, a consumir….a enamorar.

Desde este rincón de mi tabanco reivindico que la penúltima de la noche sea de vino de Jerez…aquella que en muchas ocasiones es la que menos se recuerda…la penúltima del olvido que sin embargo es la que marca la diferencia del ser o no ser en una noche toledana.

Foto: Pepe Monforte y cedida por Kino Gutiérrez para La Sacristía Del Caminante.