Hoy nos imbuimos nuevamente en el Tabanco jerezano para hablaros de esas pequeñas, y grandes curiosidades y leyendas ‘tabanqueras’. Estos establecimientos genuinos de nuestra localidad donde el vino de jerez es su principal protagonista y nuestra cultura florece sin complejos.
Incluiría a ‘título’ personal la bandera jerezana en el dintel de la puerta de entrada para identificarlos simbólicamente, aún más si cabe, con nuestro pueblo. Ahí lo dejo.
Para comenzar, caminamos a través de calle Porvera justo en el nº 40 (antiguo nº 633 del viejo arrabal de Santiago) encontramos un caserón burgués del Siglo XIX, en su dintel consagra en latín “Dios custodia esta casa”. Pero hoy nuestras referencias son otras, en esa misma propiedad, y justo en las antiguas caballerizas de los antiguos señores del caserón, se ubica en el número dos de la calle Escuelas un Tabanco. La casualidad, es que el ‘Tabanco Escuela’ da nombre real a la vía, ya que en dicha calle estuvo la única escuela de la ciudad por finales del S.XVI. Y si entramos a degustar un buen jerez, podremos observar la arquería de los cobertizos interiores de dicha finca que atestiguan que allí estuvieron las anteriormente nombradas antiguas caballerizas del caserón.
Otro tabanco que nos llama la atención es el Tabanco El Guitarrón de San Pedro, en pleno barrio de la Albarizuela, su denominación procede del antiguo establecimiento ‘La Manchega’ situado en la calle Doctrina, donde se conocía popularmente como el ‘Guitarrón’, según “Juan de La Plata” en su obra “Los Tabancos y Ventas de Jerez”, debía su nombre al poseer una inmensa guitarra que en su día cedieron al local los trabajadores del teatro Villamarta, la cual había sido utilizada en una anterior obra de teatro. El local actual, el Tabanco El Guitarrón de San Pedro, fue originariamente el conocido ultramarinos Andrades, donde se piensa que su barra primitiva está en uno de los locales actuales de la plaza Vargas. Otra curiosidad que encontramos en este mismo establecimiento, es su nuevo símbolo, una enorme tinaja de barro cocido posiblemente torneada por los dos o tres alfareros de la zona de Puerto Real realizada aproximadamente hace unos cuatrocientos años. La pieza está firmada por el maestro alfarero con la rúbrica “+Ao”.
Otro tabanco que nos ha percatado nuestra atención es sin duda el más antiguo de la ciudad, Tabanco El Pasaje, este añejo establecimiento posee sus propias leyendas, una de ellas es la de la tablilla de pagos numerada del 1 al 7 donde se apuntaban las cuentas de los clientes y el sábado a medio día se pagaba lo que se debía casi siempre en sobres. La leyenda sitúa a la cuenta número 2 la cual trae consigo un síntoma de maldición, si ya la superstición en la época era continua se suma a esto que varios clientes apuntaron sus cuentas en el número dos, dando la funesta casualidad de su fallecimiento, la voz se fue corriendo y el número quedó maldito, quedando siempre la cuenta vacía a no ser que el cliente quisiera ‘suicidarse’. Y hablando de cuentas, este Tabanco es el único o por lo menos el que lleva la tradición jerezana, de apuntar en la barra las cuenta en tiza. Una costumbre de la que no se ha despegado ‘El Pasaje’ y lo convierte en un sitio emblemático.
Y estando en plena estación primaveral, si nos acercamos por el Tabanco Plateros, podremos curiosear como también florece en el interior de este establecimiento el ‘velo de flor’, justo en una pequeña bota vista al público tras la barra. Siendo la primera vez que se puede admirar este misterio en un Tabanco. Es la introducción, el reflejar lo que es algo único en el mundo del vino, el poder enseñar lo que es ‘la flor’ al que nos visita y desde ahí accedan también a nuestras maravillosas y únicas bodegas.