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El Jerez Resucita a los Muertos

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El Jerez Resucita a los Muertos

En estos días calurosos de verano, muchos son los se acercan hacia nuestras costas para que le de el fresquito en los pies y sientan resucitar de nuevo

En una de esas playas, justamente a lo largo de las maravillosas playas de El Palmar y Zahora, y concretamente en su punto alto donde se ubica el faro de Trafalgar. Justo a pocas millas de allí, nos adentraremos en nuestra historia.

Hace unos día el erudito e investigador Alejandro Marín nos recomendó una figura; la del insigne marino Antonio Escaño. Casi todo el mundo conoce la batalla de Trafalgar, pero pocos conocen a los que no volvieron a ver el sol y a los que volvieron a nacer en ese día. Otra batalla más contra nuestros enemigos naturales, los ingleses. Esta vez, íbamos de la manita de los franceses y al frente de la operación, el francés Pierre Villeneuve.

Nos situamos rápidamente, las Armadas francesa y española formaban una línea de barcos que a duras penas podían mantener. La tripulación, reclutada también a duras penas a la fuerza y a base de levas forzosas estaban en su mayoría más capacitados a vomitar que a disparar. Justo en frente, dos columnas perfectas con los marineros más profesionales hasta el momento, avanzaban a la señal “Inglaterra espera en que todos los hombres cumplan su deber”.Con todo su arte, los ingleses empiezan a marchar hacia la maltrecha línea franco-española, imaginaros verse esa amalgama perfecta de velas ‘hooligans’ viniendo hacia ti. Y más, sabiendo que viene el héroe, la Royal Navy personificada, «er Nelson», Sir Horatio Nelson (más feo que Russell Crowe en Master and Commander) «con to su ange» preparado para aniquilarte y después si le da tiempo -y a este le da tiempo a todo- hacer la almadraba enfrente de Conil y luego en Barbate.

Un inciso, tanto en la Royal Navy como en la Armada Española el vino predilecto para los altos mandos era el Jerez, aunque también se empleaba por los cirujanos como remedio anestésico como más tarde veremos.
No vamos a narrar toda la batalla, ya que hay grandes estudios sobre este encuentro, en lo que sí nos vamos a centrar es en el buque insignia de la escuadra española, el imponente ‘Príncipe de Asturias’ a las órdenes de Federico Gravina. Un navío de porte que se retaba a la forma española del momento, como diría el escritor Arturo Pérez Reverte, «con dos cojones».

Y a esa misma ‘forma española’, le dimos «pal pelo» a uno de los barcos de los sonrosados ingleses e, incluso se creyó que se alcanzaría al buque insignia español ‘Santísima Trinidad’ el cual estaba rodeado por cuatro buques ingleses –una autentica carnicería humana-. En ese intento inesperado de salvar al buque insignia español, Antonio Escaño, segundo de abordo remplaza a Gravina siendo trasladado a la enfermería por las innumerables heridas de metralla. Escaño, a la española, como muchos de los marinos que agarraron la bandera hasta con los dientes para no rendir el barco, resistió y fue herido por ‘los Hools’.

Ya en la enfermería a causa una gran hemorragia, el olor de la sangre, y el calor sofocante del lugar, nuestro héroe acusó una especie de síncope o desmayo, justo aquí revelamos las memorias de Antonio Escaño tal como él la cuenta; “con sudor frío que me privó totalmente de las fuerzas y aun de la vista; el cirujano (Fermín Nadal) me hizo beber entonces un vaso de vino generoso de Jerez, y en el momento sentí correr por todo el cuerpo un calor y sudor agradable que me restituyó a mis fuerzas naturales y me permitió acabar el combate tan fresco como lo había empezado

¡Y ahí estuvo el tío! Tanto que estuvo, que hizo que el goloso ‘Príncipe de Asturias’ no cayera en manos de los ‘Charlies’ ingleses. Y es que en las penas y en las glorias, una copa de Jerez sienta de lujo, ya lo dijo Fleming “(…)el vino de Jerez resucita a los muertos”, que se lo digan a los ingleses cuando volvieron a ver al ‘resucitado’ Antonio Escaño dándoles de nuevo por saco. Salud.