En el debate abierto sobre su reorganización sectorial, el cooperativismo debe tomar conciencia de su fuerza en un Marco de Jerez cada vez más ajustado. Avanzar en la especialización y redoblar la apuesta por el origen deben estar entre las prioridades de su estrategia de futuro para conseguir un protagonismo que ahora no tiene
Las cooperativas vitivinícolas del Marco de Jerez siguen dándole vueltas a fijar una estrategia que garantice su futuro, dos años después de que Aecovi-Jerez, ‘la cooperativa de cooperativas’, entrara en concurso de acreedores. Durante este período de tiempo, las siete cooperativas existentes en la denominación de origen, tanto las cuatro que formaban parte de Aecovi-Jerez (Covisan, Angustias, Unión de Viticultores Chiclaneros y Católico-Agrícola de Chipiona) como las otras tres que se separaron años antes descontentas con la línea de integración impuesta en buena medida por la Consejería de Agricultura (Virgen de la Caridad, Palomares y Albarizas) están manteniendo reuniones periódicas en las que buscan fórmulas para algún tipo de integración. Por ahora, lo que ha trascendido es que el acuerdo al que aspiran podría definirse como de mínimos, con muy poca estructura común (una central de compras para ahorrar tanto en bodega como en viña y una ‘central de ventas’ destinada solamente a dar salida a productos básicos), dejando autonomía plena a cada cooperativa en el desarrollo de sus propios productos y la comercialización de marcas propias.
Es cierto que el mundo de las cooperativas es complejo, ya que no se guía por criterios exclusivamente económicos. Hay que tener en cuenta que tienen un fuerte componente social (tanto en su gestación como en su funcionamiento, incluso en la actualidad) y aunque se ha avanzado en la profesionalización, son muchos los factores que influyen en su día a día, como la política, los localismos, los habituales personalismos en la gestión… Incluso cabría preguntarse si actualmente son necesarias siete cooperativas en el Marco (todo septuplicado: desde el último tanque de frío, al presidente).
A vuela pluma parece que el ámbito de negociación interna en que se mueven por ahora las cooperativas es poco ambicioso. Dos años de conversaciones para hablar de un ámbito tan reducido como una central de compras, en el que ni siquiera hay cerrado un acuerdo, parece mucho tiempo. Está claro que hay múltiples recelos entre las siete cooperativas, con heridas que vienen tanto de la primera escisión en el seno de Aecovi-Jerez como de la propia decisión de no acudir a su rescate y dejar caer una empresa propia y desandar todo lo que se había avanzado en cuanto a comercialización de marcas propias (de Aecovi) en nuevos mercados –caso de EEUU, Japón y Rusia, por ejemplo- y desarrollo de productos muy elaborados, como su Pedro Ximénez y condimentos como el arrope y el vinagre, en solitario o formando parte de salsas.
La reflexión de las cooperativas debe ser más profunda. Adopten las decisiones que adopten para garantizar su futuro el enfoque debe realizarse desde la toma de conciencia de su propia fuerza en el actual momento del Marco de Jerez, con una visión sectorial que vaya más allá de ahorrar en costes (que también). Ahora mismo, los socios de las cooperativas son propietarios aproximadamente del 45% del viñedo en producción en el Marco de Jerez, en una coyuntura ajustada entre oferta y demanda ya que las bodegas, descalificaciones (y las mermas) se han ‘comido’ desde comienzos de la década de los 90 un colchón superior a las 300.000 botas. De hecho, en el sector se constata que “ahora mismo” no hay vino y hay cierta ansiedad por cómo pueda venir la próxima vendimia si se confirma que va a ser corta, como indican los primeros pronósticos. Pero hay que actuar. Covisan, por ejemplo, acaba de revalidar su acuerdo con ‘La Guita’ que, de facto, mantendrá durante los próximos cinco años a esta cooperativa sanluqueña como suministrador de materia prima a la principal marca de manzanilla por comercialización. Bien… pero las cooperativas tienen que hacer algo más, hay que insistir, a tenor de la actual coyuntura del sector, y el camino no puede ser otro que sumarse a la cresta de la ola que actualmente apuesta en el Marco de Jerez por una clara vuelta al origen, con distintas iniciativas tanto en vino (por ejemplo, José Estévez y su funcionamiento como DOC para las marcas premium de su catálogo u otras distintas pero igualmente interesantes como ‘La Barajuela’, de Luis Pérez, un fino que alcanza los 15 grados de manera natural) como en brandy (cada vez más voces reclaman que al menos la categoría solera gran reserva se elabore a partir de materia prima de la zona, algo que se están planteando varias bodegas, o incluso la iniciativa Bestbrandy, con destilado de varietales de la zona como palomino o Pedro Ximénez a cargo de Fundador y González Byass).
En ese contexto, las cooperativas deberían apostar por la elaboración de los mostos concentrados que necesita el vino de Jerez (algo que ya se hizo puntualmente durante la época de Aecovi, si bien no tanto como una apuesta por el origen, que intrínsecamente lo es, como una forma de aliviar los excedentes de materia prima que en aquel momento había en el sector y que sufrían sobremanera las propias cooperativas); el envinado de botas para el posterior envejecimiento de espirituosos como el ron o el whisky, algo en auge en el sector aunque empieza a haber muchos operadores en esta práctica; la apuesta en un futuro cercano de alguna de las cooperativas por desarrollar (en solitario o con algún socio) una destilería que pudiera servir de alcohol destilado de vino a las bodegas, tanto para el fortificado de los vinos como para la elaboración de ‘holandas’ para el brandy, tal y como se ha solicitado para las cooperativas desde distintos ámbitos sectoriales, sobre todo por parte de los viticultores de Asevi-Asaja; el encabezado de mostos para elaborar vinos ‘sobretabla’ como nuevo nicho de negocio (incluso con alcohol del Marco proveniente de dicha destilería, lo que permitiría hablar de 100% Jerez); la selección de distintos mostos en función del pago de procedencia… son todas distintas medidas de especialización que las cooperativas pueden ir implementando tanto en su funcionamiento individual como en la asociación común que cabe suponer que finalmente terminen por acordar de nuevo. Eso sí, hay que insistir en que estas medidas deben ser abordadas por las cooperativas con una filosofía que podría definirse buscando el símil sociopolítico como de ‘empoderamiento’, de asumir ese nuevo rol que, sin duda, el sector tiene que dar al cooperativismo del Marco en cuanto redefina su papel.