San Ginés es patrón del gremio vinatero y faenas de vendimia del Marco de Jerez desde el siglo XVIII. Pese a ser abogado protector de una de las industrias más potentes de la zona, resulta extraño que haya pocas referencias a su vida y milagro.
Lo cierto es que posee una historia muy peculiar, llegando incluso a confundirse con otros miembros del santoral cristiano… ¿Me acompañas en su historia?
El culto a San Ginés de la Jara
El culto a San Ginés de la Jara tuvo como punto de partida el Monasterio Agustino homónimo, edificado por Alfonso X El Sabio en las inmediaciones de Cartagena, a escasos kilómetros del Cabo de Palos, entre el Mar Menor y el Mediterráneo. Con el paso de los años, su popularidad sería acrecentada por las multitudinarias romerías desde diferentes puntos de la geografía española en días cercanos a su festividad, el 25 de Agosto. De este modo, se extendería la devoción al santo en las regiones de Aragón, Castilla la Mancha, Andalucía y Extremadura, como abogado de las labores del campo y protector de los viñedos.
Así mismo, proliferarían las ermitas bajo su patronato, a las que acudirían los peregrinos más vulnerables a los peligros que conllevaba desplazarse desde tierras lejanas al monasterio cartaginense.
La leyenda de San Ginés de la Jara
La leyenda de San Ginés de la Jara, tal y como veremos más adelante, guarda una estrecha relación con otras historias relativas al Apóstol Santiago y el ciclo Carolingio. Y como toda leyenda, desfigura por completo la realidad.
Puede ser entendida como dos partes bien diferenciadas. En la primera vamos a conocer la figura del santo, su linaje real -rodeado de personajes de gran prestigio en su época- y el camino devocional que lo llevaría a la costa de Cartagena. La segunda parte narra los milagros llevados a cabo como eremita.
Sin más preámbulos pasemos a narrar su piadosa leyenda.
“Ginés era el primogénito de los reyes de Francia, Roldán Magno y su esposa Oliva. A una edad temprana, el heredero al trono y sobrino de Carlomagno, sentiría la llamada del apóstol Santiago, por lo que decidiría partir en peregrinación con una comitiva a Compostela, embarcando en un navío en costas del Mediterráneo.
A mitad del camino una fuerte tempestad azotaría la embarcación, atemorizando a toda su tripulación. Ginés, por miedo a ser el causante de la ira de dios, saltaría por la proa del barco. Milagrosamente sus vestiduras se transformarían en una pequeña embarcación, con la que flotando alcanzaría tierra firme en el Cabo de Palos.
Una vez a salvo, los ángeles le construirían una ermita en las cercanías de un antiguo monasterio con ocho torres, habitado por una pequeña comunidad de monjes consagrados a San Laurés. En ella pasaría los siguientes 25 años de su vida, dedicados a la vida contemplativa.
Durante todo este tiempo sus hermanos Roldán y Oliveros estuvieron recabando información sobre su paradero, a tenor de la tristeza de sus padres. Sería en las proximidades del Cabo de Palos donde coincidirían con el prior de la orden de San Laurés, quien les daría la buena noticia de que su hermano seguía con vida y a poca distancia de donde ellos se encontraban.
Pasarían varios días junto a Ginés suplicando que renunciase a su vida de eremita y volviera al reino en el que se le esperaba con las puertas abiertas. Al negarse, volvieron a Francia a comunicar a los reyes el hallazgo de Ginés en la Jara.
Pero para poder nombrar a uno de los hermanos como heredero, estando Ginés aún con vida, Roldán Magno necesitaba que firmase una carta firmada con su renuncia. Éste fue el motivo por el que los hermanos volvieron a la ermita, dónde la peste había arrasado con la población. Ginés en plena agonía firmaría la carta con la que renunciaba a la corona, muriendo al instante. Roldán y Oliveros le darían sepultura en esas mismas tierras.
Años después su sobrino, también de nombre Ginés, volvería a la Jara a por sus restos para enterrarlos junto a los de su familia. Desterró su cuerpo y lo metió en una caja que transportaría hasta Francia. Una vez en su lugar de destino, se percataría de que la caja estaba vacía, y que el cuerpo de Ginés había desaparecido de forma inexplicable.
Según la leyenda el cuerpo de San Ginés volvería milagrosamente a la Jara, dónde sus hermanos le dieron sepultura.”
A su leyenda le acompañan, como ya comentamos anteriormente, una serie de hechos milagrosos que el santo lleva a cabo durante su vida como eremita, en los que podemos destacar las diferencias de clases entre los personajes que acuden en busca de su auxilio.
Identificación con San Ginés de Arlés
La falta de una documentación de rigor histórico sobre la figura de San Ginés y su fabulosa historia en la que se entremezclan hechos de la vida de otros santos, denotan como aclara Varela Hervías en su obra -de manera muy acertada- que estamos ante una figura mixta. Su identificación con San Ginés de Arles, con el que comparte festividad, podría ser bastante acertada, como apunta el historiador.
San Ginés de Arlés, oriundo de esta localidad francesa a final del siglo III d.C., fue un escriba condenado a ser decapitado tras negarse a transcribir un edicto de persecución contra los cristianos. Según la leyenda, un ángel trasladó su cabeza a Cartagena tras su martirio.
Ya en época cristiana, la congregación agustina erigió al santo una iglesia en el camino francés de Compostela. Con la conquista del reino de Murcia por la corona de Castilla se establecieron en Cartagena, dónde había sido trasladada la cabeza del santo, fundando un monasterio en los cimientos de una antigua construcción musulmana.
San Ginés y el Marco de Jerez
Se sabe que en los años 50 del pasado siglo existió la iniciativa -finalmente no llevada a cabo- de edificar una ermita en su honor en las inmediaciones de las localidades de Jerez, Sanlúcar y El Puerto de Santa María, a la que acudir en romería cada 25 de agosto.
En Jerez podemos ver una de sus escasas imágenes presidiendo todos los años la Pisa de la Uva, frente a la Catedral, lugar dónde pasa desapercibida el resto del año. Las imágenes del artículo pertenecen a otra talla anónima y de coloridos estofados florales, que preside la Bodega de San Ginés del Consejo Regulador del Jerez.
Así mismo, podemos encontrar otra de sus imágenes en la capilla de la Aurora de la Prioral de El Puerto de Santa María, abogada también en localidades costeras de los navegantes antes los peligros de alta mar.