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‘Ser o no Ser’ en Sanlúcar

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El árbol de la vida
Fotografía de archivo de Francisco J Becerra

Dos tercios del pleno del Consejo Regulador votan que el fino y la manzanilla son el mismo vino. Esta respuesta a la duda planteada por la UE sienta ‘doctrina’ para la modificación de pliegos de las DO y augura un posible pleito por parte de bodegas sanluqueñas

Después de más de una década dando vueltas a cómo poner fin a la coexistencia de fino y manzanilla en Sanlúcar -algo que no quiere que ocurra la mayoría de las bodegas de dicha ciudad, hay que decirlo de entrada-, en la última sesión buena parte del pleno del Consejo Regulador del Vino ha dado el primer paso para abordar esta cuestión que se remonta a los años 60, cuando se formuló Manzanilla-Sanlúcar de Barrameda como denominación de origen (DO) propia y se cerró la puerta a que bodegas no radicadas en Sanlúcar elaboraran manzanilla, pero no se hizo lo propio con las firmas sanluqueñas y el fino. Trece votos (Fedejerez + cooperativas + Estévez) de los veinte vocales que conforman la institución se han pronunciado a favor de que el fino y la manzanilla son el mismo vino (misma uva, misma zona de producción, mismo método de elaboración, misma crianza biológica) con la única salvedad de que en la ciudad de la desembocadura del Guadalquivir recibe tradicionalmente el segundo nombre: manzanilla.

Esta decisión tiene lo que podríamos denominar su ‘transaccional’ en la propuesta de que la zona de crianza de la DO se amplíe a toda la zona de producción, es decir, que la crianza de vino de Jerez deje de ser privativa de Jerez, El Puerto y Sanlúcar y pueda llevarse a cabo con todos los derechos en el resto de municipios que la conforman (Trebujena, Rota, Chipiona, Chiclana, Puerto Real e incluso parte de Lebrija), lo que ha sido clave para que las bodegas de Fedejerez consiguieran el apoyo cooperativista en este asunto.

Por ahora esta decisión es solo la respuesta mayoritaria que el Consejo Regulador eleva a la Consejería de Agricultura de la Junta para que ésta a su vez la traslade a la Unión Europea (UE), ya que formalmente se trata de la aclaración que se hace desde el pleno a la duda planteada desde Bruselas acerca del fino y la manzanilla. Así, cabe recordar que hará unos diez meses el Consejo Regulador recibió una requisitoria para que llevara a cabo una aclaración al respecto de estos dos vinos. Esta petición de la UE, que al principio se contempló en buena parte del sector como un nuevo problema, al final, casualidad o no, ha sido una herramienta para comenzar a desbloquear este asunto. Otra cosa será su solución definitiva, claro está. Esta decisión da respuesta a la pregunta y aunque no supone ninguna modificación inmediata en la práctica respecto al tema del fino y la manzanilla -tampoco en lo que se refiere a la ampliación de la zona de crianza- deja claro que esa es la voluntad mayoritaria del sector (el 65%, es decir, casi 2/3 del pleno… y un porcentaje incluso superior si se atiende a volúmenes comerciales o de titularidad de viñedo). Además, y sin duda lo más importante, el contenido de la respuesta sienta ‘doctrina’ cuando llegue la hora de la verdad, que no es otra que la modificación de los pliegos de condiciones de las DO, una y otra vez pospuesta.

Por supuesto, cabe la posibilidad de que el tema se eternice en la vía administrativa e incluso, quién sabe, en la judicial, tal y como anuncian ya bodegas de Sanlúcar en defensa de sus intereses, pero lo cierto es que una parte mayoritaria del sector ha decidido que la palabra “consenso” que siempre ha pedido la Junta para cualquier decisión importante –sobre todo bajo la Administración socialista- ya no significa de manera tácita que tuviera que haber unanimidad y que 2/3 es un porcentaje suficientemente elevado (con dos tercios se puede modificar la Constitución Española, por ejemplo) para con esta respuesta dar el primer paso hacia modificaciones internas de calado que llevan años paralizadas.

La cuestión ahora está en manos de la Consejería de Agricultura, que formalmente es la que debe responder a Bruselas. En realidad, por la peculiar forma en que se ha votado -cada uno su propuesta sin votar propiamente contra la de los demás- la Consejería además de la respuesta mayoritaria avalada por Fedejerez, cooperativas y Estévez tiene también sobre la mesa la respuesta de los cinco viticultores de Asevi-Asaja y la de los dos vocales de la manzanilla… Asevi porque es partidaria de dejar por ahora las cosas como están y seguir hablando y los vocales de la manzanilla porque son partidarios de que el tema se zanje pero en el sentido contrario, preservando para el futuro la vigencia de la situación actual, ya que entienden que se vulneran tanto sus derechos históricos como sus intereses comerciales.

Se nos estaba olvidando decir explícitamente las consecuencias últimas que al final del camino tendría -se pretende que tenga- esta decisión: Con la respuesta a la UE, la tesis que se ha aprobado en el Consejo Regulador no es otra que si la manzanilla es el nombre que recibe el fino en Sanlúcar, en dicho municipio no se puede criar fino y manzanilla a la vez, es un mismo vino que allí recibe históricamente el nombre de manzanilla y, en consecuencia, no existe el fino de Sanlúcar por la sencilla razón de que no puede existir… porque es la manzanilla. Por supuesto, llegado el caso, nada impediría a las bodegas de Sanlúcar comercializar vino etiquetado como fino, bien para sus propias marcas bien para línea blanca (que suele ser lo más habitual), pero lógicamente tendrían que criarlo o comprarlo a un agente de otro municipio. Por supuesto, este tema no afectaría al resto de tipos de Jerez que dichas bodegas elaboran y seguirían elaborando en Sanlúcar sin problema alguno, que a veces parece que Sanlúcar es solo manzanilla.

Personalmente, este cronista no tiene una respuesta para la pregunta “¿El fino y la manzanilla son el mismo vino?” e ignora por completo la cara que pondrá el jefe de negociado de la UE cuando reciba el contenido de las respuesta y lea que Manzanilla-Sanlúcar de Barrameda es lo mismo que un tipo de Jerez con otro nombre distinto y que si llegó a convertirse en toda una DO es inevitable pensar, atendiendo precisamente a la respuesta, en avatares de la historia… pero bueno, es probable que el funcionario sea experto en metafísica, en el teatro de Shakespeare o incluso en semiótica, no hay que descartar nada a priori. Por seguir con el tema, sin tener un gran paladar, este cronista cree que podría acertar en una cata a ciega qué es fino y qué es manzanilla dos de cada tres veces, e incluso, un buen día, tres de cuatro (tenga en cuenta el lector, que acertar 1 de cada 2 es mera matemática: por debajo ya no se trata de ser mal catador, es simplemente tener mala suerte). Dejando de lado ‘suavidad’, ‘ligereza’ y otros términos al borde del tópico, sí creo reconocer una mayor salinidad y un aroma un tanto diferente en la manzanilla pero, atención, con ello tampoco estoy sugiriendo que sean vinos diferentes: repare el lector que en la decisión del Consejo Regulador no se dice nada de que esos matices no se produzcan en el vino precisamente por su radicación en Sanlúcar, en absoluto.

Y es que nos estamos desviando de la cuestión real que ahora hay sobre la mesa, que es de carácter más prosaico que filosófico. Esa cuestión no es otra que si en una determinada localización –Sanlúcar-, con la misma uva palomino de pagos de la misma procedencia (la uva para la manzanilla no proviene o no tiene por qué provenir forzosamente del municipio de Sanlúcar) y el mismo método de producción se puede criar, y en último término comercializar, uno u otro vino –fino y manzanilla- por parte de las bodegas sanluqueñas. Y la respuesta que han dado 13 de los 20 vocales del Consejo es que no puede ser porque se trata del mismo vino. Esa es la cuestión. Esa es la respuesta. La que va a Sevilla y de ahí (cabe suponer) a Bruselas.