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¿Y porque no un monumento al Dios Baco en Jerez?

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Baco
Imagen de portada realizada por Inma Peña

Para realizar un monumento o escultura no hace falta desembolsar mucho dinero a día de hoy, de hecho, vale más el sueldo de un político que el de una obra de Salvador Amaya como la que se le ha realizado al General Menacho en Badajoz.

Para realizar un monumento, escultura o busto –valga la redundancia-, solo hace falta tener un buen gusto estético y buen dominio de la arquitectura. En Jerez, enumeramos magníficos monumentos como el del Marqués de casa Domecq obra del afamado escultor Lorenzo Coullaut Valera, la escultura a los caballos de Antonio Navarro Santafé, o la majestuosa obra del gran escultor español del siglo XX Mariano Belliure al General jerezano Miguel Primo de Rivera. También se puede localizar en la ciudad monumentos más contemporáneos que desafortunadamente no acompañan mucho con el entorno, ejemplos como los del madrileño Victor Ochoa con su ‘Lola Flores’ o el famoso ‘Minotauro’, e incluso ‘los arrumbadores’ del artista jerezano Pinto Berraquero. Así mismo de corte más clásico, se pueden contemplar las esculturas del sevillano Sebastían Santos Calero como son ‘La Paquera’, ‘Don Zoilo’ y ‘la Chati de Jerez’ y, los bustos flamencos de la jerezana Nuria Guerra.

También por desgracia y desidia hacia el buen gusto, hay otras esculturas, figuras y monumentos que mejor no mencionaré. Dada la falta de estética del que desprenden y dada mi gran ignorancia a comprender la capacidad ornamental del artista que la hizo y el político o políticos de turno que la eligieron.

Los monumentos deben de engrandecer las ciudades y despertar vínculos con la historia de nuestra tierra según la etapa que corresponda.

Si bien es cierto, Jerez es una ciudad que desgraciadamente no cuida muy bien su historia, donde muchas ciudades de alrededor conservan innumerables placas y monumentos a acontecimientos y personalidades históricas. Nosotros, realizamos un monumento al abanico, y otro al muñeco de Michelín (¡Vaya por dios!, al final los tengo que nombrar). Pero el asunto que nos concierne en este artículo no es la historia de los monumentos en Jerez, ni dar la idea a algún o alguna lumbrera de partido para hacerle un monumento al Curro de la Expo 92, por haber tenido un pabellón jerezano en esos años en Sevilla. Los monumentos deben de engrandecer las ciudades y despertar vínculos con la historia de nuestra tierra según la etapa que corresponda.

Baco
Imagen realizada por Inma Peña

La idea, con todo mis respetos a San Ginés de la Jara, es realizarle un monumento, escultura o busto estético, es decir, que esté a la altura de nuestra ciudad; al Dios Baco. Sin tener porqué ser una ofensa a la hasta ahora tradición católica con la que se enmarcaban los monumentos y esculturas religiosas, como las imágenes del anteriormente citado San Ginés (que la verdad no entiendo que tiene que ver este santo con el vino de Jerez), y los corazones de Jesús repartidos por la ciudad y promulgados por la gran Carmen Núñez de Villavicencio. Un monumento al Dios Baco (que ya existe una referencia en forma de acrótera en una conocida bodega de la calle Medina de Jerez, pero es poco perceptible por la ciudadanía), sería una gran referencia artística que potenciara a Jerez como la capital del Marco. Sin ir más lejos, y parafraseando a Inma Peña en su artículo “Dios Baco”: “Es una pena que en una tierra con tantísima tradición vinatera como es el Marco de Jerez, existan pocas referencias artísticas al Dios Baco, dios romano del Vino y las Fiestas”.

Y es que este Dios romano del vino, asimilado históricamente por la iglesia católica por confusión con los faunos griegos, los sátiros y hasta con los luteranos e, interpretándolo con una visión paganista e incluso satánizada. No deja de ser una deidad que ha estado venerada en Hispania y concretamente en la bética (baética) desde el año 27 a.C.

Un dios que ya vino con sus sátiros y sus bacanales para tomarse unos vasos a esta tierra de Vinos pisando la tierra de diatomeas, nuestra albariza, mucho antes que San Ginés perdiera la cabeza y llegara a Cartagena, debería tener mínimo un azulejo en Jerez.

Curiosamente, en la preciosa ciudad vitivinícola de Oporto poseen un monumento a Baco, un busto con gran gusto en uno de los parques de entrada al casco histórico de la capital portuguesa. Un gran ejemplo para tener como referencia y que podríamos trasladar la idea a nuestra ciudad.